lunes, 28 de julio de 2008

Decir que no

Algunas personas tienen una especial dificultad para decir que NO y están continuamente cediendo en sus derechos (tiempo, dinero, energía…) simplemente por que se lo piden. El problema es que antes de poder pensarlo ya han dicho que sí, han cedido el terreno, o han dado lo que sea. Sin saber porqué.
Las personas con esta dificultad, generalmente tienen problemas para ponerse en su sitio y valorarse adecuadamente. Les crea culpa no satisfacer los deseos del otro. Sienten que agreden cuando se niegan a dar. O tienen un miedo inconsciente al otro en general, lo que les lleva a intentar agradar como sea, para que el otro no les rechace, les abandone o les ataque…
Antes o después se dan cuenta que no se puede ir por la vida así: Escuchando a vendedores telefónicos que no interesan y accediendo a darles los datos personales cuando lo que se querría es colgar. Teniendo que prestar cosas a un vecino gorrón, que siempre las devuelve estropeadas. Aceptando chantajes emocionales por miedo al abandono.
Para poder sobrevivir con uno mismo, aprenden a justificarse con frases como: “si dejo a mi novio coge una depresión”, “si no le presto la escalera al vecino cualquier día me hace algo en venganza”.
No podemos vivir con ese temor a desagradar, a frustrar los deseos de los demás. Porque antes o después ocurrirá. Con lo cual el límite es mejor ponerlo ya y aprender a decir que no. Cuando uno lo hace, comprueba que es como una liberación increíble el no tener que aguantar a pelmazos, poder proteger su tiempo, o sus cosas, sin temer el abuso de los otros.
Hay personas a las que su desvalorización inconsciente no les permite afirmarse ante los demás, pues éstos siempre son superiores o tienen más derecho que uno. Si lo que sienten es “culpa”, tienen que estar haciéndose perdonar mediante esta renuncia de los derechos propios. Y si lo que tienen es miedo: dan o huyen del contacto de los demás, para no tener que verse obligados siempre a dar. En ese caso no puede haber confianza con nadie, pues se teme que el otro nos arrase o abuse, simplemente porque nos muestre su deseo o su petición.
En casos muy patológicos (es decir que este fenómeno se de constantemente y nos haga muy infelices) está indicada una psicoterapia. Pero en general se puede dar de forma leve o intermitentemente (en una época depresiva por ejemplo) Y tenemos que conocer el mecanismo que opera en nuestro caso (miedo, culpa o desvalorización) para poder comprender el fenómeno y ponerle remedio.
Es fundamental aprender a decir que no. Y siempre es mejor decir “lo pensaré”, para así poder darnos tiempo a rehacernos y apoyarnos en lo que sea (otra persona, una fórmula, un truco o incluso una justificación, como mal menor).
Hay libros de autoayuda que enseñan a librarse de gente que quieren vender algo que no deseamos, o que potencian la asertividad. Pueden sernos de ayuda para automatizar respuestas que nos defiendan tanto de manipuladores que necesiten sacarnos algo, como de nuestros propios impulsos a ceder. También puede ayudar el llevar un registro de situaciones en las que nos hemos visto obligados a ceder, para así poderlo luego revisar y analizar en momentos de mayor claridad.

Enero 2006
publicado en Zero 86