jueves, 15 de marzo de 2007

Autoestima

La valoración y el aprecio que nos tenemos a nosotros mismos se conoce como autoestima. Se habla de “nivel de autoestima” porque ésta oscila, sube y baja, y es fácil imaginarla en una gráfica, como dientes de sierra. Sube cuando conseguimos un logro, cuando obtenemos un éxito, cuando nos sentimos queridos, cuando nos halagan, cuando comprobamos que podemos hacer algo bien o mejor de lo que creíamos. Baja cuando fracasamos, cuando nos sentimos impotentes o nos humillan, cuando nos sentimos abandonados o solos,...
Algunas personas siempre la tienen por debajo de lo normal y se muestran infelices, o siempre quejosas, pesimistas. No se sienten satisfechos con nada, incluso con los logros. Están demasiado heridas, internamente, para poder quererse a sí mismos. Y no pueden confiar en el amor de los otros.
Para aumentar la autoestima podemos hacer algunas cosas, que pueden parecer simples, pero que no siempre lo son. Una de ellas es aprender a decir que no. Ceder a los deseos del otro por miedo a desagradar, o por no crear conflicto, es una vía a sentirse poco valiosos y humillados. Afirmarse ante el otro y expresar lo que uno quiere o necesita, y lo que no quiere, ni necesita, es el mejor ejercicio de fortalecimiento de la autoestima.
Otro ejercicio es afrontar lo que posponemos o que nos crea conflicto. Sea cual sea el resultado siempre saldremos reforzados.
Y, por supuesto, cualquier tipo de vivencia amorosa: sea la amistad, una pareja, o la paternidad, son vías regias para sentirse mejores.
Pero también hay salidas falsas como el consumismo y la compra compulsiva, la adicción al trabajo, al juego o a cualquier tipo de droga. El ligue compulsivo e indiscriminado. Y todavía peor el maltrato verbal o físico a otras personas (caso típico en alcohólicos).
En estos casos mejor es buscar ayuda profesional si no queremos amargarnos y amargar la vida de todos los que nos rodean.
Hoy día, la mayoría de las personas que vienen a pedir consulta, tienen como síntoma principal una vivencia de desencanto, de falta de ilusión, de vacío interior y en definitiva muy baja autoestima. Por eso es importante detectar en uno mismo esa caída o ese estado continuado de desvalorización, para empezar cuanto antes a reforzarlo y cuidarlo, para no caer en una situación de verdadera enfermedad.
Asumirse y aceptarse como gay, salir del armario, establecer una red afectiva y de apoyo (como alternativa a la familia tradicional), y vivir una sexualidad plena, son vías específicas para aumentar nuestro tono vital, y que hemos de cuidar. Tareas en las que nadie nos puede sustituir.

Marzo 2002
(publicado en Zero 34)

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