domingo, 16 de septiembre de 2007

¡Si tú me dices ven...lo dejo todo!

El enamoramiento es de los fenómenos que más nos pueden trastornar en nuestra vida. Hay gente que decide casarse sobre la marcha, o irse a vivir juntos, sin haberse dado tiempo a conocerse mejor.
Para algunos es tanta la necesidad de encontrar a alguien, de sentirse plenamente queridos, de encontrar sentido a su vida a través de una relación, que en cuanto se enamoran empiezan a dar pasos en falso, que luego les llevan a decisiones totalmente precipitadas. Y las más llamativas son las de dejar el piso propio y meterse en el del recién conocido, irse a vivir con el novio a otra ciudad, o abandonar incluso el trabajo, para aventurarse a una nueva vida con el amado, en un rapto de pasión y locura transitoria.
Lamentablemente el enamoramiento no es garantía de que una relación vaya a buen puerto. Ponemos demasiadas atribuciones en el otro que son nuestras y no de él o ella (su orden, su honestidad, su fidelidad, su bondad, su diligencia, su capacidad de cuidar…).
Por eso es tan importante darse un tiempo de prueba, de noviazgo (en el sentido antiguo de la palabra), para conocerse, para que se disipe algo el delirio del enamoramiento, ese espejismo que nos hace creer que hemos encontrado el paraíso en la tierra, la persona anhelada, la solución a nuestros problemas, el sentido a nuestra vida…
En ese tiempo podremos ir conociendo los aspectos negativos del otro que no hemos percibido al inicio, (su egoísmo, su falta de ternura, sus manías, su tendencia a los celos patológicos, su agresividad o incluso maltrato…) y ver si el amor puede ir construyéndose en esa relación, si puede tener consistencia un proyecto en común, si hay madurez suficiente para sostenerla en los momentos de crisis.
No podemos dejarnos arrastrar solo por la ilusión del principio, o por el deseo y el buen sexo. Si sale mal podemos sufrir muchísimo y durante mucho más tiempo de lo que dure la felicidad inicial.
Dejarlo todo puede parecer una valentía, pero las más de las veces puede ser una idiotez. Sacrificar lo propio, para embarcarse en algo que puede zozobrar con facilidad.
Acabar de náufrago es peor que permanecer un poco más de tiempo preparando el viaje.

Vivir intensamente no impide cuidarse o prever los batacazos. Y muchas veces son personas que no pueden vivir su independencia, las que más inclinadas se sienten a entregarse totalmente, porque no saben vivir su propia vida.
Algunas sugerencias
• Tomarse un poco más de tiempo antes de precipitarse con cambios importantes: dejar un trabajo, una ciudad, una vivienda…
• Tener en cuenta que el enamoramiento inicial dejará paso a una época de mayor conocimiento del otro y de rutinas, que nos permitirán decidir mejor.
• Convivir un poco antes de mudarse a vivir juntos definitivamente.
• Tener en cuenta fracasos anteriores, para ir con pies de plomo y valorar si no estaremos repitiendo de nuevo un patrón que nos lleva a estrellarnos.
• No solo debemos guiarnos por nuestros sentimientos. La razón debe ayudarnos a valorar los pros y contras de nuestra decisión.
• No cegarse a temas evidentes como que nuestra pareja bebe en exceso, o se droga, o es violento, o inconstante, o tiene una gran historia de infidelidades…Porque lo amemos no va a cambiar.
• Especial cuidado si esta relación es la primera tras muchísimo tiempo anhelando una.
• Tener previstas salidas si todo falla.
• Una relación no debe ser “la solución” a nuestros problemas vitales.

mayo de 2007
Zero nº 98

2 comentarios:

U.A.S dijo...

Hce poco encontré tu blog, pero estaba muy atareado. Me he topado de nuevo con él, y debo decir que me encanta...

El análisis sicológico que hacés de aspectos tan compeljos... me encanta :D

Manuel dijo...

Muy acertado, enhorabuena!