sábado, 1 de diciembre de 2007

Cuidarse

Parece mentira que tengamos que proponerle a los adultos que se cuiden. ¡Cómo si eso no fuera una necesidad innata de todo ser humano! Pero no es así. Las actitudes de auto-cuidado las aprendemos en el curso de nuestro desarrollo, a través de relaciones significativas. Primero, y sobre todo con los padres; luego con los compañeros, familiares, profesores, amigos, parejas…
Cuidarse implica adoptar actitudes de mantenimiento y desarrollo de nuestra salud en las tres áreas en que nos movemos: lo biológico, lo psicológico y lo social. Pero también es afrontar la vida como un proyecto personal, que desarrolle al máximo nuestras posibilidades; abarcando el cuerpo, la mente, las relaciones afectivas, el trabajo, las aficiones, el ocio, la casa, el compromiso social…buscando equilibrio y realización.
El cuidarse a uno mismo está influido, de entrada, por la sensación de buena autoestima y valoración que tengamos. Cuando uno se siente bien, cuando tiene buen estado de ánimo, se cuida naturalmente. Si está deprimido, si se desvaloriza, no querrá dedicarse ni tiempo, ni energía. O incluso puede actuar negligentemente, o con conductas auto- lesivas, que pongan en peligro la salud tanto física, como psíquica. (Conducción temeraria, alcohol o drogas en exceso, sexualidad sin prevención de enfermedades…)
A veces es como si estuviéramos esperando que sea otra persona la que nos resuelva la vida. Es el caso de las personas muy dependientes, que no maduraron su propia autonomía, y que esperan que sea su pareja o su familia directa, la que les vaya guiando y apoyando para casi todas las tareas del día a día.
La forma de cuidarse va a depender de cómo nos hemos identificado con las personas importantes, y como nos han enseñado a cuidarnos: si hemos tenido una madre muy ansiosa con las enfermedades y el cuerpo, igual podemos estar obsesionados con tomar pastillas o ir al médico. Por el contrario si nos han enseñado a ser autónomos y a pensar sobre nosotros mismos, podremos analizar las cosas que nos pasan y no asustarnos.

Propongo un ejercicio para desarrollar este tema del autocuidado. Consiste en escribir en un cuaderno como me veo en las áreas en las que creo que puedo clasificar mi vida: cuerpo, relaciones, familia, pareja, casa, ocio, compromiso social, trabajo…, con las subdivisiones que se me ocurran: por ejemplo en el caso del cuerpo: salud, ejercicio físico, estética, comida… Para realizar esto tenemos que estar tranquilos, con tiempo por delante, mejor solos, y con ganas de explorar nuestro estilo de vida.
Lo primero es escribir cómo me veo en cada área. Lo que observo de mí. Los aspectos positivos, negativos o problemáticos de cada tema. Sin entrar en juicios ni análisis. Es recoger el material que voy a trabajar en el paso siguiente.
Lo segundo es analizar cada área y ver qué nos gusta y qué creemos que podríamos mejorar. Ver cómo influyen entre sí diferentes factores. Ver las causas de inhibiciones, de dificultades, de lo que no acabamos nunca de desarrollar.
Y por último nos podemos plantear objetivos concretos, que sean fácilmente realizables, agrupables en otros a más largo plazo, que nos sirvan como metas futuras a conseguir. Pensando, también en los medios que necesitamos y el tiempo (y el dinero en su caso).
Por ejemplo, si veo cómo estoy en el área de relaciones y descubro que tengo realmente ningún amigo, y apenas unos cuantos conocidos en el trabajo, con los que casi ni salgo. Al analizarlo puedo ver que no fue siempre así, sino que se acentuó a raíz de un fracaso adolescente, cuando me vi traicionado por mi mejor amigo, al decirle que era gay. Y esto me hizo replegarme en mi mismo, impidiéndome confiar de nuevo, y queriendo mantenerme distante para no volver a ser herido.
Los objetivos serían, por ejemplo, aumentar el número de salidas con amigos. Hacer actividades que impliquen a otras personas, para que me saquen de mi aislamiento y me permitan conocer a gente nueva. Y estar atento a las situaciones en las que rechazo posibilidades de intimar y confiar, porque me hace sentir vulnerable.
Otro ejemplo puede ser ver que la situación con mi familia es de distancia y falta de confianza. Que no saben que soy gay. Analizar por qué no se lo he dicho todavía. Las repercusiones que de verdad tendría, y plantear como objetivo decírselo ya, preparando el momento, la situación, el marco adecuado, y si necesito asesoramiento y apoyo.
Una meta más a largo plazo, puede ser salir del armario para todo el mundo, pero los objetivos pequeños pueden ser ir diciéndoselo a diferentes personas, que se vayan sumando al grupo de las que me apoyan y me hagan sentirme querido como soy.
Cuidarse no es una actividad narcisista y egocéntrica, ya que si incluimos los aspectos sociales de nuestro cuidado, estamos incluyendo los aspectos amorosos y de compromiso con los demás, que tan importantes son para nuestro bienestar y equilibrio. De nada sirve estar muy bien físicamente, sin somos incapaces de amar, y estamos completamente aislados.
Hay hábitos saludables que podemos incorporar como: hacer ejercicio físico (sin llegar a la obsesión por muscularse), dejar de fumar, llevar a cabo una dieta rica en frutas y verduras, reducir el sobrepeso, controlar la tensión arterial. Utilizar cremas protectoras cuando me expongo al sol, y reducir dicha exposición. Moderar el consumo de alcohol, o de ciertas drogas…
Pero sobre todo debemos reducir el estrés, gracias al ejercicio, la relajación, la meditación o el buen humor. Y poniendo límites a la presión que ejercen los demás sobre nosotros. No hay peor estrés que el que uno consiente, por no haberse parado a pensar un poco en cómo organizarse, cómo frenar a los otros, y cómo decir que no a tiempo.
Por tanto cuidarse es una tarea del día a día, pero necesitamos pararnos de vez en cuando, buscando el momento adecuado, para pensar un poco en cómo mejorar los diferentes aspectos que nos hacen infelices, o que hemos ido descuidando con el paso del tiempo.

marzo de 2006
Zero 85

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