miércoles, 12 de diciembre de 2007

Meditación

“Con la de cosas que tengo que hacer y ahora, encima, meditación. ¿Y cuándo la hago? ¿Y cómo?” Esta frase tan paradójica nos puede resultar normal debido al ritmo estresante, de preocupación y de tensión en que vivimos. No encontramos tiempo para estar con nosotros mismos. Más bien estamos volcados hacia fuera, preocupados por las cosas externas. Apenas nos sentimos en nuestra verdadera naturaleza interior y no somos capaces de vivir desde nuestro centro, con plena conciencia de nuestra vida y disfrutando de nuestro verdadero ser.
Para ayudarnos a encontrar ese centro, tenemos un medio magnífico: la meditación; que quizás la asociemos con religiones orientales o con técnicas complicadas, pero que es una actividad sencilla que deberíamos incorporar a nuestra vida cotidiana, para sentirnos mejor con nosotros mismos y con los demás.
No es cuestión de apuntarse a nada, ni complicarse la vida con más cosas, sino todo lo contrario, es pararse y centrar la mente en el presente y estar muy atentos a lo que vivimos. No es reflexionar sobre un tema. Más bien lo contrario es dejar fluir las ideas que vengan a la mente sin detenerse en ninguna de ellas. La mente debe estar alerta y concentrada, pero relajada. Y en todo caso podemos centrarla en un objeto, en una música, en un concepto, y volver a ese objeto cada vez que nos demos cuenta que se nos ha ido a otro sitio.
Existen muchas técnicas de meditación posibles, pero creo que lo mejor es lo sencillo: buscar un lugar tranquilo, en donde no nos interrumpan, y adoptar una postura relajada y concentrar la mente, por ejemplo, en nuestra respiración. Al principio puede costar mucho y podremos meditar pocos minutos, pero con la práctica llegaremos a meditar durante bastante tiempo.
El sitio puede ser un rincón tranquilo de casa, en donde contemplemos alguna imagen agradable, o escuchemos una música tranquila. Aunque si no disponemos de ese rincón puede ser en un parque o incluso en una iglesia.
La postura es suficiente con que estemos sentados con la columna derecha, y respirar con el abdomen, y no solo con la parte alta del tórax. Lo importante es que estemos muy relajados y cómodos. No hace falta posturas de loto.
Lo que cultivamos con la meditación es una atención y concentración en el momento presente que nos ayuda a armonizar nuestro espíritu y nos relaja. Esta atención plena podemos trasladarla a cualquier actividad de nuestra vida, y percibir con detalle lo que hacemos, lo que vemos, lo que olemos, lo que oímos…Lo importante es ser conscientes de lo que vivimos, al cien por cien. Lo valioso de la experiencia es que podemos limitarnos a experimentar el ser, contemplar, escuchar, percibir con todos los sentidos abiertos y relajados.
La meditación nos va a permitir con el tiempo de práctica desactivar actitudes e ideas negativas y disminuir la agresividad. Con lo que favorece sentirnos en paz, reconciliarnos con nosotros mismos y con los demás. Reduce nuestro estrés, y nos da mayor sensación de autoconciencia, de seguridad, de fuerza para enfrentar problemas o situaciones conflictivas de nuestra vida.
Nos ayuda también a conectar con ese aspecto espiritual central, común a todo ser humano, que para algunos tiene que ver con algo religioso, con Dios, o quizás con la Verdad, o con lo Universal, pero que en todo caso es lo más íntimo que tenemos y que nos pertenece por entero y nos hace sentir la vida en plenitud.
Podéis encontrar muchos libros relacionados con el tema, de diferentes corrientes espirituales, pero lo importante es ponerse a intentarlo, sin querer encontrar la técnica perfecta, y persistir en ello, aunque parezca que no pasa nada. Ya se recogerán los frutos.


septiembre 2005
Zero 80

1 comentario:

Nepomuk dijo...

¿Crees que el ritmo de una ciudad como Madrid, Sevilla... nos permite eso?

Yo no tengo aún grandes responsabilidades, aún no he llegado ni a los 21 y te aseguro... que no encuentro el momento de parar.

Me ha gustado mucho leerte :)