miércoles, 13 de junio de 2007

El rompecorazones

Algunas personas van por la vida creando expectativas en los demás, que luego no se van a cumplir. Seducen, enamoran, dan, quizás, de aquello que saben que el otro anhela enormemente. Crean un momento o un estado intenso de intimidad. Hacen sentir al otro importante o valioso. Transmiten la sensación de “que uno ha encontrado a la persona que se esperaba”, o que son maravillosos. Y no es algo sólo erótico, pues aunque sean seductores y busquen sexo, hacen sentir que hay algo más. Algo que llega hondo y que desbloquea las defensas de su víctima. Que se entrega involuntariamente a un estado de entusiasmo e ilusión condenado al fracaso.
Son personas con un don, un encanto, que las hace irresistibles. Se presentan como simpáticas, interesadas, que tienen en cuenta al otro como ser humano. A veces son serviciales o entregadas. Quizás son especialmente guapos o lo consiguen parecer. Y se acercan a personas que son más débiles o más necesitadas, y que fácilmente van a caer en ese hechizo.
Todo este es una estrategia inconsciente (en principio, hasta que se repite demasiadas veces, incluso para ellos) que les lleva a tener que conquistar, atraer, seducir…pero con el fin de sentirse valiosos, o sentir que tienen cierto poder, o que no están en el lugar de los que son abandonados, sino en el de los que abandonan (pues no lo soportarían). Huyen a la primera de cambio, o dicen que no quieren comprometerse, o dan a entender que no es posible una continuidad.
Es una problemática narcisista, por la que se juega con los sentimientos de los demás, para mantenerse con cierto valor. Y que implica no sentirse culpables del daño que se hace, pues no pueden realmente “ver” al otro en su integridad como personas. Usan a los otros, para sus necesidades psicológicas, pero son incapaces de querer a nadie. Ni siquiera a ellos mismos. En todo caso pueden pensar que el otro es tonto por lamentarse de su suerte, o que dramatiza en exceso, o que hizo mal enamorándose “pues le dejó claro desde el principio que no había nada más”.
Son personas que pasan de una relación a otra, como de “oca en oca”. Precisamente para no sentir pérdida o carencias, y no poder deprimirse nunca (que es lo que en el fondo ocultan: una depresión larvada, pero profunda).
Ante personas así hay que huir cuanto antes, pues no es posible cambiarlas con el cariño, ni con el diálogo. Lo triste es que normalmente es demasiado tarde…para su víctima.


julio de 2006
Zero 89

No hay comentarios: