jueves, 15 de noviembre de 2007

Navidades depresivas

Las fechas navideñas se asocian a la alegría, como si de un fenómeno meteorológico se tratara. Llegan las fiestas y se nos tiene que poner la cara de sonrisa. Así, por las buenas. Por que lo diga el calendario (y nos recuerda todo el mundo). No pudiendo ser de otra manera. Si no seríamos unos extravagantes o extraños.
En su origen religioso, pudo tener algo de sentido esta felicitación, por lo del nacimiento de Dios y esas cosas, pero en el mundo laico en que vivimos, no tiene ninguno. ¿Que nos feliciten por que llega una época en la que tenemos que gastar mucho, comprar regalos, comer un montón, con un montón de gente (del trabajo, de la familia), organizar o participar en fiestas masivas…? ¿Que tengamos que aguantar el papanatismo de la supuesta bondad navideña, con los telefilmes de Papá Noel y de regalos y milagros alrededor de arbolitos de navidad?
Para los niños pueden ser unas jornadas de ilusión por todo el tema de los regalos, de los inventos de reyes magos y papás Noel, y que las calles se decoran con muchas luminarias y se sale mucho a la calle. Pero para los adultos no creo que sea más que una época de diversión obligatoria, de la que cuesta substraerse, por la fuerza que tiene socialmente.
Y encima la cantinela de las bondades del reencuentro familiar, y de lo importante que es comer juntos, a toda costa. Cuando una gran mayoría de las familias ni se aguantan, ni son felices juntos.
Lo malo es que esta idealización generalizada de la familia, de la felicidad de estas fechas, hace que bastantes personas se sientan mal por que no sienten nada de eso y se sienten raras, inadecuadas o impotentes para ser como los demás. Cuando los demás, en gran parte, simulan felicidad en un gran teatro colectivo.
Por otra parte, para cierta gente, estos días son de tristeza, por lo que tienen de echar de menos a personas queridas, que desaparecieron de sus vidas. O por que hacen balance y se dan cuenta de realidades no alcanzadas (proyectos no realizados, no tener pareja, verse solos…) y entre todo eso y que la realidad se mueve de forma vertiginosa, sin ayudarnos a encontrarnos a nosotros mismos...y que hay menos luz solar y hace más frío…
Para los gays y lesbianas es un momento de poner a prueba la aceptación familiar, por que qué haces con la pareja en esos días. ¿Le pides a tu familia que le inviten a la comida de navidad? Por que muchos padres siguen la política de saber, pero no querer ni ver, ni oír, ni tocar.
No quiero dar a entender que este tiempo es de pura hipocresía, pues es verdad que ya que uno a veces no puede hacer nada más que adaptarse, sí que puede expresar su propia alegría, o su bondad a las personas que verdaderamente quiere (sean amigos, pareja o familia) y aprovechar que es periodo de vacaciones y fiestas, para disfrutar un poco. Lo que sí quiero decir es que no pueden obligarnos a sentir lo que no sentimos, y que de alguna manera, la presión social puede, incluso, aumentar sentimientos depresivos previos, y favorecer la tristeza y el malestar.
Por eso es importante hacer lo que realmente nos apetezca, sabiendo que no tenemos que ser los únicos que no quieran entrar en una dinámica de diversión obligatoria, o al menos diversión consumista y estandarizada. Que si nos deprime este ambiente, buscar personas y ambientes que vayan más con nuestra idiosincrasia. Y que no pasa nada por no celebrar lo que no nos hace feliz.

Noviembre 2005
Zero 82

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