lunes, 15 de septiembre de 2008

Volver a cambiar de acera

No es muy frecuente, pero algunos gays y lesbianas deciden, en algún momento de su vida, “cambiar de acera”, hacia lo que consideran una “vida normal”. Desean tener familia y niños, pero por la vía tradicional. Pasan de vivir su homosexualidad a una heterosexualidad asumida como lo deseable, el ideal perdido, o la única realidad social posible (para ellos).
De estos casos se habla poco, pues muchas veces se les hace un cierto ostracismo entre los propios gays, o porque, ellos mismos, se apartan como si pudieran volver a “contagiarse” de los deseos que han tenido que dejar atrás voluntariamente.
En algunos casos puede que sean bisexuales, que viven su bisexualidad de manera diacrónica: ahora soy gay, luego hetero, más tarde, quizás, otra vez vuelvo a tener una vida gay en encuentros casuales…
Lo triste de todo esto es que se tenga que vivir como situaciones excluyentes: o soy una cosa o soy otra. Cuando la identidad sexual no siempre es algo fijo y estable.
Algunos viven historias de amor con una persona del mismo sexo y se consideran a sí mismos como heteros, pues en el caso de cortar buscarían, esta vez, una pareja del otro sexo.
Lo complicado para ellos es como integrar estos vaivenes en sus vidas y poder ser entendidos por sus parejas nuevas y antiguas. Y por el entorno que les rodea.
Es muy común que al que pasa a tener una relación hetero se le califique de “gay encubierto”. Que se piense que no se acepta y que lo que está haciendo es engañarse durante algún tiempo, pero que antes o después la cosa explotará y volverá a tener relaciones gays.
Esto no es así en todos los casos, aunque pueda serlo en algunos. Probablemente vivan mucha presión social y no se llegan a aceptar como gays. Son estos los que, todavía (en una época de normalización gay) piden tratamiento para reorientar su sexualidad, huyen de sus propios sentimientos y se aferran a una relación con una persona del otro sexo, que les “normaliza” su vida social y personal.
La variabilidad humana es infinita y no deberíamos tener prejuicios si alguien nos cuenta que está pensando en este cambio.
¿Por qué no podemos aceptar que un amigo gay se vuelva hetero? Cuando, curiosamente pedimos que nuestros amigos heteros nos acepten cuando viven nuestro descubrimiento de que somos gays o nuestra salida de armario.
Probablemente una causa de ese rechazo sea debido al esfuerzo enorme que hemos tenido que hacer para aceptarnos como gays, decirlo en nuestro entorno y salir del armario. Podría ser vivido como una especie de traición a nuestra causa. Pero lo que para muchos no es una elección, pues nos vemos compelidos a vivir nuestro deseo unidireccional, para otros es más ambiguo o es bidireccional y pueden volver sobre el camino andado, quizás para siempre.
Si no estuvieramos tan marcados por el heterosexismo, que fuerza a delimitar en dos únicos grupos, gays y heteros, las posibles orientaciones sexuales, veríamos que es posible una gran variabilidad en la línea del continuum del que hablaba Kinsey, existiendo muchos grados entre dos extremos: de homosexualidad exclusiva y heterosexualidad exclusiva.
Reivindiquemos libertad para todos, incluso para los que sientan o piensen que quieren volver a cambiar de acera una vez más. Tendríamos que pensar que en vez de caminar por dos aceras excluyentes, por donde vamos es por una “zona peatonal” que permite situarse en lugares diversos que no se oponen, y que permiten mucho juego si ese es nuestro deseo.

abril 2007
Zero 97

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