Algunos gays buscan relaciones sexuales fugaces (en saunas, parques, aseos, cuartos oscuros), cuyas características principales son el anonimato y la imposibilidad de continuidad. Se evita conocer el nombre, señas, o cualquier dato de las personas que interactuan: no se identifican. El otro es claramente un objeto sexual y nada más.
¿Qué se busca con este tipo de relación? ¿Por qué atrae de forma tan compulsiva a algunos gays? ¿Cómo deja a la persona tras su realización?
Parece que lo que atrae no es solo el placer sexual, que es lo manifiesto, sino algo más que tiene que ver con ese borramiento de identidades. Normalmente se vive en un estado especial de excitación mental, en el que se mezcla la urgencia sexual, la conquista, el riesgo, el poder o control de la situación, la ausencia de afecto...
Se vive el sexo, pero sin que se tengan en cuenta las personalidades de cada uno. Importan más las partes que el todo: un pene, un culo, unas piernas, un pecho, unas manos...pero no una persona completa. El otro está cosificado y se siente un poder sobre él por eso mismo. Con lo que se puede rechazar sin miramientos, se puede usar, se puede mentir basándose en la impunidad del anonimato.
Se da satisfacción a necesidades narcisistas como el sentirse deseado sexualmente, poder usar a otro, tener cierto poder, vivir cierto riesgo.
Para algunos puede ser una especie de adicción en la medida que les hace salir de un estado psicológico angustioso o depresivo. De hecho, personas que han sido abandonadas por sus parejas, o que están pasando una mala racha en otros aspectos de su vida, pueden encontrar refugio en esta actividad, de forma compulsiva, mientras no solucionen su situación interna.
Para otros es un estilo de vida sexual, pues o están metidos en su armario con siete candados (incluso casados) o no quieren compromisos estables o dan salida a su necesidad de conquista sexual fuera de la pareja.
Al ser una actividad sexual de descarga, es gratificante en sí misma, y por lo que describía antes de los aspectos narcisistas, de autoestima. Pero algunos quedan después con una sensación de vacío y de depresión. Esto se debe a que buscaban saciar un estado previo de necesidad afectiva que no se puede satisfacer en estas relaciones (aunque en el momento se pueda vivir una especie de espejismo muy pleno). Y por otro lado está este borramiento de identidad mutuo, que hace sentirse utilizado por otro (aunque haya sido mutuamente buscado y deseado).
La persona se pone en el lugar de ser objeto de deseo, y cuando pasa ese momento no queda más que un recuerdo de alguien que le deseó, pero que casi no tuvo una entidad de sujeto, de persona. Para el que lo vive es como una presencia borrosa de alguien del que no se ha querido conocer voluntariamente su identidad, su historia, sus cualidades personales.
Por todo esto es muy difícil que se encuentre pareja participando de una interacción así. Aunque no imposible, pues en un momento determinado se puede rescatar lo más humano del encuentro y cambiar de registro hacia una verdadera comunicación entre dos sujetos que se han usado, pero que ahora quieren abrir la vía de un posible conocimiento y ver si se gustan, más allá de esa experiencia.
Lo frustrante es buscar directamente pareja así, pues lo normal es encontrar el rechazo a cualquier continuidad, ya sea por estar en su armario o por la necesidad compulsiva, o por que sea un estilo de vida ya arraigado. Lo mejor es ser realista y no esperar nada más allá de ese encuentro fugaz.
Escrito en enero de 2004
publicado en Zero 61
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