Aumentar el acceso fácil a los preservativos.
Se puede pedir que se instalen máquinas de preservativos en los aseos de bares, saunas, sitios de ambiente gay que no los tengan. Y también en Institutos, Centros de Enseñanza, lugares de reunión de jóvenes...
Si es posible enterarse de grupos que repartan gratuitamente preservativos (asociaciones antisida, grupos organizados LGTB, asociaciones juveniles) y solicitarles periódicamente que repongan en locales en los que nosotros podamos preocuparnos de que estén accesibles. Sobre todo para los más jóvenes, que con la excusa del precio, o el apuro para comprarlos, pueden incurrir en prácticas de riesgo, con mayor facilidad.
También se puede ayudar en las campañas públicas de reparto de preservativos, que organizan las asociaciones LGBT, y antisida.
Y más directamente regalar preservativos a púberes o jóvenes, que conozcamos, que lo tengan más difícil de conseguir.
La facilidad de acceso a los preservativos no favorece las relaciones sexuales demasiado tempranas en los púberes, sino que, en todo caso, favorece asumir la sexualidad de forma más responsable, y reconocer que hay riesgos de infecciones y embarazos, desde las primeras relaciones sexuales.
Lo verdaderamente dañino para los más jóvenes es el ignorar esos riesgos por parte de los adultos mojigatos, y no facilitar una educación sexual temprana y el acceso a los medios de protección.
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