lunes, 10 de noviembre de 2008

Pudor

Muchas personas sienten vergüenza cuando se tienen que desnudar delante de otras. Esta reacción es algo aprendido desde pequeños, a causa de que se nos reprimió la desnudez. Se nos dieron mensajes negativos, con lo que se nos condicionó el pudor.
Más tarde, al vivir la adolescencia, pudo reactivarse por la inseguridad que nos producía el cambio de nuestro cuerpo y de nuestra personalidad.
El pudor está influido por la época que nos toca vivir y por la sociedad concreta en la que estamos. Hasta hace poco era impensable enseñar los torsos desnudos por la calle, o que las mujeres estuvieran con los pechos desnudos en la playa, y cada vez más se va permitiendo y tolerando que se exhiban más partes del cuerpo.
En la infancia hay una fase bastante exhibicionista, en la que el niño pequeño muestra sus genitales o su cuerpo desnudo con orgullo. A causa de la represión parental dejará de hacerlo, cargando a la desnudez de culpa, de rechazo, de que está mal. O incluso algo peor: que nuestro cuerpo no es bonito o no debemos estar orgullosos de él.
Aquellos que perciban que su cuerpo no se ajusta a los cánones de su entorno: sea por gordura, o por delgadez, o por falta de musculatura, o por creer que el pene es pequeño, o en el caso de las mujeres que sus pechos o caderas no son bonitos, van a temer exponerse desnudos. Se auto rechazan y creen que los demás lo van a hacer igual
De adultos es importante que corrijamos esta posible vergüenza atreviéndonos a “existir” ante los otros. Aprovechando las veces que hay que desnudarse ante otros para hacerlo conscientemente de nuestra vergüenza, pero sabiendo que nadie nos va a humillar (como temíamos en otra época) o que nadie nos va a reprimir o castigar.
Pensando también que tenemos derecho a ser como somos y que tenemos que querernos con nuestros defectos o no siendo tan agraciados como nos gustaría.
Hay gente tan herida en la imagen corporal que podrá necesitar ayuda psicoterapéutica. Para así ir aceptando su propio cuerpo y liberándose de los temores que soportan y de los mensajes de auto rechazo.
En el caso de personas delgadas o con algún defecto físico la solución no es necesariamente mejorar la masa muscular o el operarse con cirugía estética, pues en muchos casos la inseguridad de no agradar a los demás seguirá ahí y llevará a un intento de perfeccionismo a base de operaciones sin cesar o de volverse vigoréxico (adicto a adquirir musculatura como sea).
Es más importante cultivar la confianza en los demás, adquiriendo relaciones sólidas y profundas. Aprendiendo a amar y a ser amado. Que somos valiosos por muchas cosas más que nuestro cuerpo. Y que la belleza de éste en todo caso es efímera y tenemos derecho a querernos a nosotros mismos en todas las circunstancias de nuestra vida, así como en toda edad. No tenemos por qué sentir aversión o incomodidad si nos aceptamos.
Ni tenemos que convertirnos en un escaparate para que todos nos miren, ni tampoco tenemos que vivir con la fantasía de ser un fantasma que no es visto por nadie. Tenemos que integrar nuestro cuerpo y desear existir ante los demás y con los demás, plenamente.

julio 2005
publicado en Zero 78

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