A las relaciones llegamos sin manual de instrucciones. Nos movemos a ciegas, tanteando, para saber lo que se puede hacer, y lo que no, para conseguir que aquello funcione. Tenemos que averiguar cual es su mantenimiento, y como cuidarlo. Encontramos funciones que no sospechábamos, y echamos otras a faltar. ¡Qué complicado puede resulta todo! ¡Y que mal lo podemos pasar! Sobre todo si no nos entendemos.
Por eso podemos seguir algunas reglas que nos ayudarán a mejorar ese entendimiento:
1. Hay que hacer todo lo posible por conocernos a nosotros mismos y conocer al otro. Así como conocer nuestro funcionamiento con esta pareja concreta. Puedo descubrir que soy más pasivo con él que con otros. O que me cuesta ser tierno. O que tengo ciertas manías de orden y limpieza. O que él necesita que se le arrastre para tomar decisiones. Lo curioso es que tendemos a dar por sentadas muchas cosas, como si el otro, por ser también otro ser humano, hombre, o gay, fuera a tener nuestras mismas maneras de ser, sentir o desear. Y cada uno es una edición única, que no coincide con el otro más que en una cantidad pequeña de aspectos.
2. Una vez vistos qué deseos, necesidades y sentimientos tengo en relación a él y los que él tiene en relación a mí, hay que analizar cuales podemos satisfacer y cuales no.
3. Lo siguiente es comunicarse lo más ampliamente posible, para deshacer las expectativas irreales que podemos tener uno sobre el otro. Pues si yo sé que mi pareja espera que yo sea más comunicativo, o más alegre y mi estilo no es así, tengo que hacérselo ver, para evitar luego los reproches. Mala estrategia es imponer nuestros gustos o deseos, esperando que el otro se pliegue. Y peor es esperar que el otro adivine los nuestros y nos los satisfaga.
4. Evitar los reproches, las acusaciones, las indirectas. Muchos de los conflictos que se crean son por repeticiones de situaciones ya vividas en nuestra historia personal, que son difíciles de cambiar sin comprensión y paciencia. A veces uno puede ser tirano con su pareja porque así fue tratado en casa, y lo importante es identificarlo cuanto antes para buscarle una solución compartida.
5. La forma de decir las cosas suele ser a veces la causa de muchas tensiones. Hay personas que no soportan que se les grite o insulte y otras lo ven normal, pues es lo que han vivido en casa. Tenemos que adaptarnos a un estilo compartido por ambos.
6. Huir del conflicto sólo sirve para agravar la situación, pero algunas personas no pueden evitarlo, es su estilo. Habrá que buscar formas de encararlos, incluso buscando ayuda de otras personas o profesionales.
Conocerse, mostrarse, hablar, reflexionar juntos, explicarse. Pedir, escuchar, confiar, ser verdaderos…son las acciones que nos llevan a escribir en el aire nuestro particular manual de instrucciones, para no ir tan a ciegas en la relación y que ésta pueda darnos muchas satisfacciones.
septiembre de 2006
(publicado en Zero 91)
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