El hecho de ser gay o lesbiana implica vivir con unas cargas de estrés y de sufrimiento que, en principio, se ahorran los heterosexuales. Esto hace que a veces nuestros problemas psicológicos puedan parecer debidos a la “esencia” de la homosexualidad, y no a que padecemos por el hecho de serlo en una sociedad tan homófoba.
La principal fuente de estrés para todo gay es la vivencia del rechazo social. El saber que se tiene un estigma, una marca invisible de la que uno no se puede desembarazar, y que nos hace vulnerables al insulto de los otros, que representan a lo “normal”, a lo aceptable, a lo “natural”. Esta vivencia del insulto se tiene desde muy pequeño, y genera mucha ansiedad para el niño y adolescente rodeado, casi exclusivamente de un ambiente homófobo activo (en el colegio o en la familia)
Una segunda fuente de estrés es el proceso de autoidentificarse como gay, asumirlo, aceptarse y comunicarlo a los demás. Este proceso es único para cada uno de nosotros. No sigue un patrón establecido y único, y la sociedad no lo favorece en absoluto. Todo gay parte de cero, pues en principio uno es hetero (de cara a los demás y a uno mismo), mientras no se demuestre lo contrario .Todavía son muchos los adolescentes que se suicidan por causa de su no aceptación de la homosexualidad. Pero son más aún los que viven en secreto todas las ideas, emociones, sensaciones que experimentan en relación a su sexualidad, que les lleva a atormentarse con temores futuros, con dudas, con incertidumbres…y que no les permiten desarrollar una adolescencia más equilibrada o armónica.
Cuando ya uno se acepta, más o menos, viene el tema de adquirir una identidad gay, que no necesariamente coincide con nuestros gustos y aficiones, o con nuestros valores y costumbres. La estrechez del estilo de vida gay, con casi únicos lugares de socialización los clubs y bares, en los que hay que consumir alcohol, drogas y practicar una búsqueda casi exclusiva de sexo, que no de amor…
Otro tema es la vivencia de soledad, por las dificultades de encontrar pareja. Somos pocos estadísticamente, y encima el ambiente favorece la creencia de que las parejas son imposibles de conseguir.
Y esto nos lleva a otro problema y es la interiorización del discurso social negativo que se tiene sobre los gays: que además de solos, somos autodestructivos, adictos, promiscuos… Y lo malo que cuando uno se lo cree, lo cumple (profecía autocumplida). De hecho hay gays que creen que como antes o después contraerán el VIH, pues para que cuidarse, si seguro que lo van a pillar.
Y por último, las presiones del modelo gay imperante en el ambiente, en donde solo se valora el hedonismo, una idealización del cuerpo joven y musculado, que lleva a obsesiones por el ejercicio y a posibles trastornos alimentarios. Alienando a los gays de sus propios valores, y creando malestar, sensación de desvalorización para los que no lo consiguen, y exclusión en el propio ambiente.
Diciembre 2006
Zero 93
No hay comentarios:
Publicar un comentario