Para adaptarse a cualquier pérdida (sea la de un ser querido, un trabajo, una capacidad física, o un objeto) hay que vivir un duelo. Es un proceso psicológico interno para lograr un re-equilibrio. Se le llama a veces “trabajo de duelo”, pues implica tiempo y esfuerzo. Su contrapartida patológica es la depresión, que ya es una enfermedad.
El duelo para ser completado necesita pasar por las siguientes cuatro fases:
1. Aceptar la realidad de la pérdida. Cuando alguien muere o cuando nos comunican una enfermedad crónica incurable, la primera fase por la que se puede pasar es una fase de negación. Se suele expresar mediante la descalificación de lo perdido (no tiene importancia); o mediante la creencia de que todo volverá a ser como antes (que el fallecido aparecerá por la puerta, por ejemplo). En esta fase, de negación, uno actúa como si la pérdida no se hubiera producido. No queriendo ni pensar ni sentir nada sobre ello. Aceptar la nueva realidad implica una tarea emocional y no solo es una cuestión intelectual. Implica superar esta negación.
2. Atravesar el Dolor y la Pena. Todo lo que se haga para evitar este paso alarga el curso del duelo. No se puede perder a alguien querido al que se estaba emocionalmente muy unido, sin experimentar cierto grado de dolor. Se puede negar el dolor “anestesiándose”. Los demás pueden contribuir a esta anestesia si no son comprensivos con el doliente, y no le dan la oportunidad de expresarse. Tarde o temprano puede aparecer lo reprimido en forma de una depresión. (A veces al cabo de años). Cuando uno se libera a sentir, pueden aparecer sentimientos muy dolorosos, mezcla de rabia, pena, culpa, añoranzas…Y lo mejor es vivirlo, desahogarse.
3. Adaptarse al nuevo escenario en el que falta lo perdido. Darse cuenta de verdad de cómo es la vida sin la persona perdida o sin el estatus perdido necesita al menos tres meses de promedio: vivir solo, afrontar una casa vacía, arreglarse con la nueva situación. A veces hay que desarrollar nuevas habilidades que realizaba el ser perdido. Se puede caer en una sensación de incapacidad, de incompetencia, de infantilismo.... Hay que aprender a ser positivos y encontrar nuevas vías de afrontar la vida. No dejarse arrastrar por la impotencia.
4. Recolocar emocionalmente lo perdido y continuar con la vida. Nunca se olvida a alguien a quién se valoró tanto, o lo bueno vivido, pero sí que se pasa a un estado en el que ya no se revive, tan intensamente (todos los días y a cada momento) lo que representaba dicha persona o situación. Se debe superar la idea de que se va a traicionar al ser perdido por continuar viviendo. Y también se debe superar el miedo a volver a amar a otra persona por el riesgo de volver a perderla. Es necesario llegar a pensar en lo perdido sin dolor y sin pena. Entonces habrá terminado el proceso de duelo.
diciembre de 2002
Zero 47
2 comentarios:
Oh, qué interesante que resulto la entrada. Trataré de volver otro día, gracias por la info.
El punto 3 es demoledor. Demoledor. En serio. Supera a los otros con creces.
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