Me choca mucho escuchar la expresión el hombre de mi vida, pues no creo que exista una única persona que sea la que encaje con uno para toda la vida, o la persona perfecta que nos lo vaya a dar todo y para siempre. En todo caso uno podría hablar de los hombres de su vida. Que la vida es muy larga y se va evolucionando en personalidad, en necesidades y no siempre es posible que esa evolución coincida con el otro. Lo que no impide que uno pueda plantearse la relación como indefinida y desear que dure toda la vida, si la cosas van bien en muchos sentidos.
Ahora que vamos a poder casarnos, la cuestión es si plantearse además el matrimonio. Y creo que esto es una decisión muy personal, que está más relacionado con cuestiones político-sociales (al menos para los primeros que lo hagan en plan reivindicativo), o con el tema de tener hijos y darles una estructura familiar más tradicional, por las ventajas fiscales y sociales que tenga, o por que se identifiquen con los matrimonios heterosexuales y añoren toda la historia de festejos, rituales sociales, y lo que implica de normalización social.
Pero casarse no implica necesariamente un mayor compromiso, pues está visto la de gente que se separa o divorcia al poco tiempo de casarse. El compromiso es algo que uno vive interiormente y no creo que ya influya mucho el rito social, que está desprestigiado, al menos en el mundo heterosexual. No creo que haya que hacer una decisión por moda, sino pensarlo bien, pues en todo caso sí que implicamos a familiares, amigos en la decisión y no es cuestión de marearles con bodas, regalos, para que aquello esté roto a los dos días.
Uno crea una relación amorosa y aprende a amar a esa persona, con lo que implica de entrega, cesiones, cuidado, solidaridad...valores que no están en alza, lamentablemente.
noviembre de 2004
Zero 71
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