Con la visibilidad creciente de los gays, se han ido manifestando unas formas de vida, y unos estilos que han monopolizado los medios de comunicación. Los barrios gays como Chueca, muestran estilos de vida que pueden parecer, a algunos, los únicos que hay.
No a todos nos tiene que gustar el Festival de Eurovisión, o Mónica Naranjo, o practicar el excesivo culto al cuerpo, atados a las máquinas del gimnasio y consumiendo anabolizantes. Tampoco hay que ir casi rapados o tener un bolso en bandolera. No hay que consumir tal bebida energética, o comprar el último CD con música especial para gays, ni hacer cruceros, ni frecuentar exclusivamente determinadas discotecas o bares...
Para algunos esto produce alergia y rechazo, como el que produce la pluma. Y no es necesario sentir rechazo, sino más bien darse cuenta que los estilos de vida pueden ser tantos como personas. No podemos caer en establecernos como los “buenos gays” y ellos los malos, porque creamos que los otros sean víctimas de modas o consumismo. Esa actitud expresa cierta homofobia, queriendo poner en el otro lado al que nos hace el daño por dar esa imagen a la sociedad. Cuando la sociedad nos rechaza antes de existir.
Para muchos el problema es que se ven presionados por amigos o conocidos a identificarse con estilos que no les son propios, y que parecen necesarios para poder alcanzar una identidad como gays. O en su propia búsqueda de una identidad, toman a lo más visible como lo que es “ser gay”. Cuando ser gay es algo cambiante, y es una lucha personal. Esta identidad no tiene que basarse en estereotipos impuestos por la sociedad heterosexista (pluma), ni tampoco en estereotipos que crea la propia sociedad gay a través de sus instituciones de consumo (bares, tiendas, gimnasios, saunas...),o por su propia dinámica interna (muscularse para dar impresión de salud en la era del SIDA). Creer en ese único estilo de vida gay puede llevar a sufrir mucho en la autoestima y a tener problemas de salud. (Considerando que sin belleza, sin juventud, sin músculos, sin ir a la moda o sin frecuentar el ambiente noctámbulo gay, no se pueda ser feliz).
Priorizar el placer sexual, rendir culto a lo joven, al músculo, tener que drogarse o beber en exceso, o ir a la moda, pueden conformar una vía idealizada para realizarse. Para muchos es una estética imposible de obtener, que solo sirve para aumentar una sensación de alineación y un sentimiento de “ser inadecuado”. Creo que hay que mirar hacia otros modelos más personales para encontrarse a uno mismo y sentirse bien. Modelos que nos hagan más autónomos y libres. Sin menospreciar estos otros que nos ofrece la realidad, que son, en cierta forma, una fuerza colectiva de cambio y liberación frente al rechazo social.
agosto 2003
Zero 56
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