Ir al gimnasio, beber alcohol, ir al cine, comprar, ver páginas de internet, bailar en una discoteca, fumar porros, masturbarse, son conductas habituales. Hacerlas puede estar muy bien. Pero ocurre que, en ciertos momentos, esas actividades están destinadas a tapar algo de la propia vida.
Son conductas que llamo vacías, porque después de realizarlas, uno no encuentra satisfacción, ni siente que haya realizado actos que le llenen, que estén cargados de valor o sentido en sí mismos. Incluso no ha llegado a tomar conciencia de lo hecho.
Estas actividades pueden ser conductas repetitivas, conductas en las que no se ponga pensamiento creativo, o conductas que sirvan de descarga física. Y la sensación que se busca es más bien la “no-sensación”.
Lo que hace vacías a las conductas, no son las propias conductas sino la intención con que se hacen. El que se utilicen para no sentir o no pensar. Ver la televisión puede distraer, recrear, pero también puede servir como una forma de vaciarse, de hipnotizarse. Y en muchos casos, directamente como formas de evitar las sensaciones de angustia que nos habitan.
En este sentido ir a ligar a una sauna o a un parque, puede ser una actividad vacía, si sólo sirve de descarga, y deja más insatisfecho que antes de hacerlo. Pudiendo vivirse como algo desgajado del resto de la personalidad, como algo casi ajeno.
Se realizan conductas vacías para re-equilibrarse y se necesitan. Lo malo es que ocupen la mayoría del tiempo del sujeto, o que se conviertan en actividades compulsivas, generando auténticas adicciones ( a la comida, al sexo, a la musculación, a las drogas, a las compras, al trabajo).
Con estas conductas uno evita vivir sentimientos, o evita pensar en sí mismo. Se salta aspectos de sí mismo que generan angustia.
En los casos de adicciones o en los que el vacío inunde casi todo el tiempo de una persona, habría que intentar pararse, para ver de qué se huye, y por qué hay que evadirse. Si son conflictos con solución: afrontarlos. Y ver si es necesario pedir ayuda.
Afortunadamente, estas conductas no suelen ocupar toda la vida, pero no hay que dejar que nos invadan; se puede llegar, en algún caso (sobre todo si son adicciones) a que tengan una difícil solución. Se necesitaría una terapia específica, y mucho esfuerzo.
Vivir es una tarea difícil, sobre todo si uno no se siente capaz de tolerar los conflictos y angustias del día a día. Pero es necesario aprender a afrontarlos, y aprender a disfrutar con actividades plenas, que den sentido a la vida.
Octubre 2.002
(publicado en Zero 46)
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