Una vida sin riesgos es imposible; y probablemente sería aburrida y estéril. Pero una cosa es asumir riesgos y otra jugar cada día a la ruleta rusa, por el hecho de querer tener relaciones sexuales. Y eso es lo que hacen los que realizan prácticas de riesgo, sin preservativos. (Al menos con las personas de las que desconocen si son seropositivas, es decir si están contagiadas del VIH).
Siempre, siempre, siempre hay que usar preservativos en prácticas de riesgo. El problema está en que muchos, llegado el momento, transigen y lo hacen, a pesar de no estar muy de acuerdo. Caso típico de los que se inician en el sexo, o de los que practican un sexo furtivo y ocasional. Muchos adolescentes dan prioridad a la búsqueda de intimidad o reconocimiento por sus iguales, frente a cualquier tipo de riesgo.
Es importantísimo aprender a decir que no, cuando realmente no queremos ponernos en riesgo de contraer esta enfermedad tan grave. Hay gente que se siente débil para tener fuerzas y decirlo. Algunos por que el sexo lo viven casi como una adicción y están dispuestos a lo que sea con tal de hacerlo. Otros por timidez e inseguridad, lo que les lleva a pensar que si desaprovechan las oportunidades igual no vienen otras. O por no desagradar al otro y vivir un rechazo. O por puro narcisismo y omnipotencia, creyendo que a ellos jamás les va a ocurrir eso; que sólo les pasa a los tontos, a los torpes, a los otros...
Los varones seguimos teniendo la obsesión por la penetración, como si el “verdadero” sexo, el “bueno”, fuera ese, y no hubiera nada más (caricias, besos, ternura, masturbaciones mutuas...) Está el mito de que “eso otro” es insatisfactorio. Y seguimos creyendo que se demuestra lo que se vale, a través de las conquistas, con lo cual difícilmente se puede desaprovechar ninguna.
Si a todos estos inconvenientes le añadimos unas copitas o cualquier otra droga que nos disminuya el estado de alerta o la voluntad, tenemos la suerte echada. Y en el tema del SIDA, no es cuestión de suerte, sino de elección. Si elegimos un tipo de sexualidad dirigido al placer, a la libertad y a la vida, tenemos que prepararnos para conseguir no pasar ni una posibilidad de claudicar y ceder (y acabar haciéndolo sin preservativos). Si es necesario tenemos que ensayar lo que se le diría a una potencial pareja, incluso dramatizándolo con algún amigo que se preste. Y tener siempre los preservativos a mano, en cualquier situación. Y muchos, para que no puedan acabarse.
Placer y salud.
Abril 2002
(publicado en Zero 40)
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